El conjunto arquitectónico de siglo XVI luce ahora con cubierta en una ubicación también mejorada en la zona de La Landa
El humilladero de Urarte se ha instalado ya junto a la carretera en Urarte. Pero ahora tras su restauración con una cubierta, tal y como se le presupone en su construcción, hacia 1560. Es la nueva imagen de este elemento patrimonial, singular e icónico de esta localidad del municipio de Bernedo, después de ser erigido de nuevo muy próximo a su anterior ubicación hasta hace un año cuando se desmontó para iniciar su lavado de cara.
El proyecto ha sido emprendido por la Junta Administrativa que ha contado en su financiación con el Departamento de Cultura de la Diputación y el Servicio foral de Patrimonio en la parte que corresponde a la restauración del Humilladero. Forma parte de un proyecto más amplio de reordenación de esta área en el término conocido como La Landa, en el que también han tomado parte además la dirección foral de Infraestructuras Viarias, el Ayuntamiento de Bernedo y la empresa Gacoa. Así, toda esta zona -que también es de acceso al cementerio y una de las entradas al Parque Natural de Izki- se ha reurbanizado y queda ampliada.
En cuanto al Humilladero, es singular precisamente por haber sido conocido hasta ahora sin cubierta, se desmontó en 2019. La empresa Belaize se ha encargado de limpiar la sillería de las cuatro columnas octogonales además de la planta. En los trabajos desmonte apareció la basa original del crucero, que también ha sido objeto de restauración al recogerse en un nuevo programa de subvención. Así Patrimonio ha cubierto 27.600 euros del presupuesto principal de restauración (38.428 euros) y Cultura aprobó 8.000 de los 10.000 euros que ha costado restaurar la basa. Todo el conjunto queda protegido por una cubierta rematada con teja árabe.
«Ha habido algunos cambios y retrasos en los trabajos conforme al plan inicial pero al final hemos quedado satisfechos», decía el regidor de Urarte, Iñaki Vallés, a Mendialdea.info. Vallés habla de la restauración del Humilladero, que aún no es total puesto que le falta el elemento central, «el crucifijo que va colocado en el fuste. Lo tenemos guardado en el pueblo a la espera de poder meterlo en un nuevo programa de restauración el próximo año», adelantaba.
Propiedad de un clérigo
Este crucero ha sido fuente de especulación recurrente, al menos en el siglo XX y hasta donde alcanzan algunos testimonios orales. Es el que se ha conocido recientemente «pero no es el original» recuerda Valles, quien alude a «la leyenda que sitúa tanto el crucifijo como el fuste en Humilladero de Apodaca, aunque según los expertos son dos elementos de diferentes épocas». En todo caso no se trata de fuentes documentadas y, de hecho, no han mucha información encontrada acerca del receptáculo cuadrangular. «En algún momento de la historia el Humilladero parece proceder de un mayorazgo particular de un clérigo -según citas de visitas episcopales de 1733-, que luego se lo regaló a una familia, y de ahí pasó al pueblo».
Las investigaciones no han podido resolver algunas dudas fundamentales pero Urarte sí ha podido rescatar del deterioro el elemento arquitectónico patrimonial que distingue al pueblo. Le falta para rematar la restauración su parte central, la pieza del crucero, que por ahora está siendo investigada por las técnicas.