Rafa Larreina interviene en la charla ofrecida en el polideportivo Martín Fiz, donde estuvieron 40 personas.

Ekimen honetako talde eragile bat jarri da abian, ostiralean udalerrian egin zen hitzaldiaren ondoren

Un grupo motor abierto para reunir a representantes de la vecindad, del Ayuntamiento y de las tres juntas administrativas del municipio de Lagrán (Pipaón, Villaverde y Lagrán) se ha puesto en marcha para comenzar a estudiar posibilidades y dar forma al modelo de comunidades energéticas en los tres pueblos. El interés ha tomado forma tras la charla celebrada el pasado viernes en el polideportivo Martín Fiz de Lagrán y a la que asistieron 40 personas.

No es el primer acto divulgativo sobre energías renovables que se realizaba en este municipio -la cooperativa Goiener realizó uno de carácter general el pasado 17 de junio-  pero sí el primero que aportó cierto grado de concreción y profundidad sobre el modelo de comunidades energéticas que se está extendiendo con rapidez por los concejos alaveses.

La charla fue organizada por la técnico de Medio Ambiente de la Cuadrilla, María Iñiguez de Heredia, a petición del Ayuntamiento de Lagrán. La institución municipal se ha hecho eco así del movimiento social despertado hace unos meses, con el interés y objetivo de crear sendas comunidades energéticas en Villaverde, Pipaón y Lagrán, y al que ya se suman las respectivas Juntas Administrativas.

EMASP es una cooperativa de energía eléctrica renovable que ha participado hasta la fecha en la puesta en marcha de 26 proyectos en Alava en apenas dos años. Su representante, Rafa Larreina comenzó enmarcando la figura de las comunidades energéticas en base a la normativa europea que les da forma y soporte, e incidió en algunos aspectos claves de esta figura: un corto plazo de amortización de la inversión gracias a las subvenciones disponibles y el considerable ahorro para los consumidores «al poder fijar la propia comunidad el precio a pagar por kilovatio, reduciendo prácticamente a cero los impuestos y prescindiendo también del gran porcentaje de beneficio que las grandes eléctricas cobran en la factura tradicional».

Igualmente relevante para Rafa Larreina es el «inmediato efecto positivo sobre el medio ambiente» y puso como ejemplo el concejo alavés de Lasierra. «A pesar de ser una comunidad energética pequeña, como el propio concejo, deja de emitir 12 toneladas de CO2 anuales, el equivalente a lo que un bosque de 108 hayas tardaría 80 años en absorber».

Soberanía energética

José Mari Martioda, miembro de esta comunidad energética, se refirió a los aspectos más sociales de lo que supone crear una entidad de este tipo. Habló de «democratizar la generación y el consumo de energía»,  y «caminar hacia una soberanía energética y gestión similares a las de las suertes foguerales, en las que el propio pueblo es autónomo para aprovechar los recursos renovables de energía (sol, agua, viento, geotermia, etc…) que tenga a su disposición». También hizo hincapié en la concienciación sobre el consumo a la que conduce tomar consciencia de cómo y cuándo puedes producir electricidad y cómo y cuándo consumirla para ser más eficiente. Sin olvidar una de las mayores satisfacciones que él personalmente siente como miembro de una comunidad energética: haber recuperado «un vínculo venido a menos entre la propia vecindad en base a un proyecto y objetivos comunes en el que trabajar conjuntamente».