Dicen que la lectura es una ventana que se abre a la inspiración, un acto que nos hace reflexionar, nos ofrece nuevos horizontes y que tiene una capacidad asombrosa para satisfacer nuestras inquietudes. Jorge Luis Borges decía que de todos los instrumentos ideados por el hombre el más asombroso era el libro, al que el polifacético poeta argentino calificaba como una extensión de la memoria y la imaginación.
Sirva esta entradilla para presentaros a dos invitadas especiales, llegadas nada menos que desde Puerto Rico, que han estado estos días con nosotros completando la Vía Verde del Ferrocarril Vasco-Navarro, movidas tanto por su pasión por este tipo de senderos ecorecreativos como por la lectura de mi novela “La Ficha 145 de Núremberg”, que tiene al Trenico como protagonista.
Todo empezó con un mensaje de Juan Cruz Quintanilla, presidente de la desaparecida Asociación de Amigos del Ferrocarril Vasco-Navarro, informándome de que dos senderistas puertorriqueñas se encontraban realizando la vía verde a la altura de Tierra Estella con destino a Vitoria-Gasteiz y Leintz Gatzaga. Si la noticia de la procedencia de ambas me sorprendió, qué decir al saber que lo hacían atraídas por mi novela y que a su llegada a Vitoria-Gasteiz deseaban conocerme. Todo un honor para un escritor.
Recuerdo aquella tarde, fría y ventosa, en torno a una taza de café, hablando con ellas sobre cómo se fraguó la construcción de esta vía verde —en su país existen entusiastas promoviendo proyectos para rehabilitar ciertas líneas ferroviarias en desuso—. Sobre el pasado, presente y futuro de estos antiguos trazados, los cuales, por mucho tiempo que transcurra, nunca caerán en el olvido. O al menos, en nuestra mano está evitar que lo hagan. Sobre el extraordinario potencial de los mismos tanto a nivel de ocio, como cultural, social y, por supuesto, económico. Sobre las sinergias llevadas a cabo hasta hacer realidad la vía verde que hoy todos conocemos y de la que nos sentimos orgullosos.
Recuerdo que hablamos de muchas cosas, pero creo llegado el momento de que sean ellas mismas quienes nos relaten su particular cuaderno de bitácora, los preparativos de tan heroica proeza, las vivencias y su transitar por las comarcas que unía nuestro añorado Trenico.
Mari Mater O’Neill y Sarina Dorna-Pesquera «comenzamos a practicar el senderismo en la isla caribeña de Puerto Rico, de donde somos oriundas. Allí, desde 2014, caminamos por bosques y espacios naturales. Como resultado publicamos el libro «Current Landscape: Walking Across Puerto Rico». El mismo comprendía unas 27 rutas de las caminatas, que hemos realizado en nuestra isla natal.
Esta afición nos ha llevado a viajar a España, Inglaterra y Escocia, entre otros países.
En 2019 visitamos Estella y otros lugares de Navarra, donde hicimos diversas caminatas. En Estella tuvimos acceso a un folleto impreso sobre la Vía Verde del Ferrocarril Vasco-Navarro. Pero fue una mañana temprano que, caminando, Mari Mater se topó con el túnel de Estella. Entonces, volver para hacer esa ruta se convirtió en el nuevo reto.
Mari Mater comenzó a indagar sobre la ruta. La intención era hacerla en el 2020, pero la pandemia del Covid-19 obligó a cambiar los planes. Al menos a posponerlos. El encierro por la pandemia permitió dedicar más tiempo a la preparación. Así, Mari Mater preparó información técnica sobre los recorridos, kilómetros, pueblos desde y hasta dónde caminar cada jornada, y otros.
Durante la ideación del viaje, Mari Mater se enteró de la existencia del libro «La ficha 145 de Núremberg», cuya trama está vinculada al Trenico. Como parte de la preparación para el viaje, yo (Sarina) leí «La ficha 145 de Núremberg», usando como recurso de referencia, cada vez que se mencionaba alguna estación (y como marcapáginas), el folleto de la Vía Verde del Vasco-Navarro que en 2019 había obtenido en Estella.
Las jornadas se organizaron de la siguiente manera: Estella-Acedo; Acedo-Maestu; Maestu-Argandoña; Argandoña-Vitoria Gasteiz; Vitoria Gasteiz-Leintz Gatzaga.
El viaje se logró hacer en diciembre de 2022, comenzando en el Km 0 de Estella.
Algunos de los tramos hubo que acomodarlos a la disponibilidad de alojamientos en los pueblos. Así, por ejemplo, por no haber dónde dormir en Trokoniz, nos tuvimos que quedar en Argandoña. Igualmente, por no haber sitio donde alojarnos en Leintz Gatzaga, tuvimos que añadir una noche en Mondragón, y estando allí en Arrasate caminamos hasta Aretxabaleta y regresamos a Arrasate.
Al partir caminando con nuestras mochilas y bastones de senderismo, veíamos que los vecinos de Estella nos miraban extrañados pues íbamos en dirección distinta a la de los peregrinos que hacen el Camino de Santiago. Más de uno nos alertó. Uno de ellos fue Juan Cruz Quintanilla quien, al decirle que estábamos iniciando la Vía Verde del Vasco-Navarro se sorprendió. Desde ese momento Juan se convirtió en nuestro compañero de viaje. Compartió generosamente información, documentos y fotos históricas sobre el Ferrocarril. Incluso nos acompañó en el tramo desde Acedo a Zúñiga.
Caminar el antiguo trazado del tren seguramente se experimenta distinto que recorrerlo en bicicleta. Fue extraordinario imaginar el recorrido de antaño, descubrir cada estación, pasar por llanuras, atravesar túneles, observar el paisaje.
Caminar permite la contemplación. Y en ese espíritu, pudimos conocer personas de esas que dejan huella por lo honesto y desprendido de su ser. Caminar la Vía Verde del Ferrocarril Vasco-Navarro nos dejó ver ese espíritu generoso que aún perdura en los pueblos por donde discurrió el Trenico».
Creo que no se puede resumir mejor la experiencia vivida por estas dos aventureras puertorriqueñas que un buen día decidieron impregnarse del patrimonio, historia y naturaleza de una de las mejores vías verdes del Estado, la del Ferrocarril Vasco-Navarro.
Gracias por vuestra visita, Sarina y Mari Mater.
Kepa Menéndez
Autor de “La Ficha 145 de Núremberg”